El poder conservador del azúcar
Los microorganismos patógenos necesitan agua para sobrevivir y reproducirse, y así poder colonizar alimentos. Por tanto, cualquier sustancia que deshidrate los alimentos o elimine el agua que contengan ayudará a evitar que crezcan y se reproduzcan. El azúcar y la sal son sustancias que se disuelven bien en el agua, de ahí la costumbre de usarlos para la conservación de distintos tipos de alimentos por su capacidad para reducir la humedad en ellos y, por tanto, disminuir el riesgo de formación de patógenos.
Conservar frutas con azúcar
La conservación de los alimentos tiene una triple función: mantener sus características nutricionales, preservar las propiedades organolépticas y aumentar el tiempo de vida útil.
Los métodos tradicionales de conservación se han centrado sobre todo
en eliminar el aire y la humedad, para evitar que los microorganismos patógenos
sobrevivan y los deterioren. Las opciones naturales de
conservación de los alimentos cuentan con ingredientes como la sal y el
azúcar por su efectividad en la lucha contra el crecimiento de
bacterias.
En
el caso de mermeladas y
jaleas, se conservan en forma de soluciones de alto contenido de
azúcar para inhibir el crecimiento microbiano y posterior deterioro. Y es que
los azúcares cuentan con gran afinidad por el agua y, por tanto, pueden
disminuir la humedad en ciertos alimentos.
El
azúcar se utiliza sobre todo para conservar la fruta. A pesar de que por su
composición puede ser una fuente de energía para algunos microorganismos,
también es capaz de modificar el medio en el que se encuentra.
El azúcar absorbe la humedad de los alimentos y detiene el crecimiento de bacterias patógenas
De
la misma manera que la sal, el azúcar actúa por ósmosis, es decir,
absorbe la humedad de los alimentos y detiene el crecimiento de bacterias patógenas.
Para la conservación con azúcar, es necesario que la proporción sea alta, ya
que de no ser así se podrían producir reacciones de fermentación. En la
elaboración de frutas confitadas o mermeladas, se introducen las frutas en una
solución saturada de azúcar después de esterilizar el tarro a través de la
cocción.
Pero antes de empezar con la
conservación, deben manipularse las frutas,
de manera que se asegure que están del todo limpias, incluidos los utensilios
que se utilizarán. Cuando los tarros ya están listos, deben taparse bien.
Para
conservar fruta en forma de mermelada debe prestarse atención a la cantidad, tanto de
fruta como de azúcar. La concentración de peso de fruta y de azúcar tiene que
ser la misma. Si la cantidad de azúcar es menor, el tiempo de conservación
también lo será. El azúcar tiene la función de «ingerir» las moléculas libres
de agua, lo que hace que la conserva no se estropee.
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